domingo, 9 de abril de 2017

Amigos para siempre, grupos de Whatsapp y fanatismos

Pues si tenía un artículo y se había quedado en el tintero.
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Hace prácticamente un año que mi pandilla de la infancia y gran parte de la adolescencia me incluyeron en un grupo de WhatsApp, quede encantado pues llevo muchos años fuera de mi Jaén natal. Este año y por sugerencias varias se fueron incluyendo más amigos y amigas. Hasta ahí todo muy agradable. Saludos, de nuevo recuerdos y justo por estar en estas fechas navideñas, buen humor y mensajes de buenos deseos.
Pero llegó la tormenta al grupo, en forma casi de tele predicador, arrasando en comentarios y evangelizando sin ton, ni son, sin venir a cuento y dando por sentado, que todos los allí presentes comulgan con su credo.
Aunque soy muy criticón y cascarrabias, se me puede aplicar eso de "perro ladrador, poco mordedor", hasta que aguantándome todas mis ganas de enviar a paseo a este sujeto (he sido muy educado), no se me ocurre otra cosa (viendo que el grupo dejaba de ser divertido, feliz y ameno), que pedir educadamente que por favor cesara en sus intentos de evangelización y obviara el tema religioso, por no ser del agrado de todos los componentes.
Probablemente yo tenga menos cuerda que los otros y me molesta leer o escuchar constantemente mensajes religiosos que no he pedido. Si quiero hacerlo, es porque estoy en un lugar de culto y conozco perfectamente lo que me voy a encontrar.
Algunos componentes más del grupo también se lo pidieron, incluso añadieron que los temas religión, política y fútbol se evitaran en lo posible. Siempre educadamente. Pues no, no cesó. De modo que después de descalificarme por una broma con imagen y comentario que envié, como otras tantas veces, comenzó su juicio hacia mi persona descalificándome y prejuzgándome sin tener ni puta idea de mi vida en años.
Lo sé, se me hincharon las narices y entré al trapo, perdí el respeto hacia el resto del grupo y le llame "pesado" y le reté a aguantar callado y no decir la última palabra a un comentario mío. Como suele pasar con las personas que se creen poseedoras absolutas de la verdad, continuó... y yo continué. Me puse borde y escribí "follar" varias veces, luego hice referencia a una vieja revista jiennense de nombre "70 veces puta", por censor. Yo no te ofendo, te ofendes tu. Me despedí y ... "Luis salió del grupo".
No he comentado que el tipo lo había abandonado el día anterior, porque nada más que hablábamos de borderías. Pocas horas después solicitaba el reingreso a la administradora del grupo y su primer mensaje era para comunicarnos que se mantendría atento solamente a acontecimientos importantes, pero ni él mismo fue consecuente con sus propias palabras, continuó con sus mensajes aleccionadores y evangelizantes. Aun así cuando dejó el grupo, la mayoría admitimos su reingreso, opinábamos que si se volvía a mosquear, podría marcharse de nuevo.
Hoy, un día después de haberme salido del grupo, la administradora me pide que si quiero volver, que este sujeto se ha salido del grupo. Otra componente me comunica que ella también ha entrado al trapo y lo ha puesto a parir.



Conclusión, que he pedido a la administradora que si la mayoría están de acuerdo, que me incluya sin preguntarme, son mi pandilla de siempre, los aprecio y quiero a todos tal y como son, porque hemos sido respetuosos y nadie ha querido convencer a nadie de nada. Somos amigos y sabemos cómo somos cada uno, con nuestros defectos y virtudes, como debe ser.
Es la segunda vez en mi vida que he tenido que apartarme de ese sujeto tan "tóxico". Nunca lo hubiera imaginado. La historia se ha repetido incluso manteniendo ciber-contacto con él.


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